martes, 1 de julio de 2008

Deforestación y desertificación

Dos términos leídos y escuchados reiteradamente en diversos ámbitos y medios, no sin desconocer en muchos casos sus verdaderos significados e implicancias, son los de “deforestación” y “desertificación”. El primero es la causa principal del segundo, representando este uno de los mayores problemas ambientales actuales causados nuevamente por el accionar humano. Se entiende como desertificación a la reducción o pérdida de la productividad biológica y/o económica y la complejidad de las tierras de las zonas áridas, semiáridas o subhúmedas secas. Estos territorios, que abarcan un 41% de la superficie terrestre del planeta y albergan unas 2.000 millones de personas (un tercio de la población humana), no poseen las condiciones climáticas de los desiertos, sin embargo las adquieren como resultado de este proceso. El 70% de estas tierras, lo que corresponde a 3.600 millones de hectáreas, están degradadas. Los procesos que han llevado a esta realidad son la deforestación, la erosión hídrica y eólica, la salinización, la reducción del contenido de materia orgánica en el suelo, su compactación, la acumulación de sustancias tóxicas para la vida silvestre, entre otras.

Con un toque humor, el WWF recurre a Tarzán para representar en cierta forma el problema y denuncia la deforestación a pasos agigantados que están sufriendo los bosques del planeta, principalmente las selvas tropicales. La leyenda de la imagen indica: "15 km2 de selva tropical desaparecen cada minuto".

Cabe destacar que la desertización fue el primer problema ambiental en ser considerado de carácter global, reconocimiento que quedó formalizado en la Conferencia sobre Desertización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada en Nairobi en 1977. Desde entonces, se ha puesto en manos del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) la coordinación de un intento global de combatir el problema.

El resultado de la destrucción de la cobertura vegetal es lo que se conoce como deforestación. Los bosques cumplen un rol fundamental ya que ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, controlan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones climáticas. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos. Las causas principales de la deforestación están asociadas al uso inadecuado del agua para actividades agropecuarias, los incendios forestales, la tala incontrolada de árboles, el aprovechamiento de la madera y la presión que sobre los bosques ejerce la población. La deforestación, por tanto, puede ocasionar la extinción de especies, la pérdida de recursos genéticos, el aumento de plagas, la disminución en la polinización de cultivos, la alteración de los procesos de formación y mantenimiento de los suelos, lo que impide la recarga de los acuíferos, y altera los ciclos biogeoquímicos. En suma, la deforestación provoca pérdida de diversidad biológica a nivel genético, poblacional y ecosistémico. La quema de residuos ulterior a la tala libera enormes cantidades de dióxido de carbono, y el aumento de la concentración de este gas en la atmósfera es una de las causas del conocido efecto invernadero. Si bien la cantidad de dióxido de carbono absorbido por la vegetación es reducida si se la compara con la transferida a los océanos, las masas boscosas tropicales cumplen un importante papel como productores de oxígeno atmosférico y reguladores de los ciclos hidrológicos.

Otro vocablo aparentemente similar es el de “desertización”, indicando el resultado del equilibrio negativo existente entre los ingresos y pérdidas de agua. Este proceso es natural, a diferencia del anterior, propio de las zonas que bordean a los desiertos. En épocas de sequía estos lugares se deshidratan, pierden vegetación y buena parte de su suelo es arrastrado por el viento y otros agentes erosivos. En los últimos tiempos, este fenómeno natural se ha visto agravado por actividades humanas que debilitan el suelo y lo hacen más vulnerable a la erosión.
Desnudar el planeta de sus bosques y de otros ecosistemas como también de su suelo, tiene un efecto similar al de quitar la piel de un ser humano...